domingo, 29 de septiembre de 2013

Man of Steel o por qué el mundo necesita a Superman más que nunca.


Este artículo contiene spoilers sobre El Hombre de Acero (2013).

Imagen publicitaria de Man of Steel: toda una declaración de intenciones.

Al parecer El Hombre de Acero ha sido un rotundo éxito en todo el mundo. Ha gustado a muchos pero yo no soy uno de ellos. He sido fan del personaje desde siempre pero supongo que no soy lo que se dice un “fan incondicional”. Por supuesto que pongo condiciones, creo que como fan o seguidor es mi deber tener cierto espíritu crítico con el personaje y que flaco favor le haría si no lo tuviera. Debo aclarar por ello también que lo que viene a continuación no es una crítica general de la película sino explícitamente de un aspecto de esta, el del enfoque que se le ha dado al personaje.

Al principio mis reticencias eran más bien pocas y superfluas, como, por ejemplo, en cuanto al cambio del traje, pero estaba dispuesto a aceptarlo si la película era lo suficientemente buena. Pero lo que he visto no está bien, no refleja el auténtico espíritu del personaje como si ocurría en versiones anteriores. Y, por otro lado, me resulta una película vacía. Tengo un amigo que, medio en broma y medio en serio, solía decir que “Superman es un personaje caduco y obsoleto” y es ahora, justo después de haber visto esta película, que veo lo desgraciadamente acertada que quizás puede resultar aquella frase.

Porque sí, porque Snyder y Nolan han hecho un Superman adaptado a los tiempos que corren, un Superman hecho para responder a las exigencias de las audiencias cinematográficas actuales y, en definitiva, un Superman sobre el que nos da bastantes pistas un comentario que he leído con frecuencia últimamente y que es algo así como “A mí nunca me ha gustado Superman y esta película me ha encantado”. Por eso les ha gustado, porque lo que han visto no es Superman, es otra cosa.

Como decía mi amigo, y según definición de la RAE, Superman es un personaje “Anticuado, inadecuado a las circunstancias actuales”. En el mundo en el que vivimos los valores éticos y morales se han devaluado bastante y todo parece estar impregnado de cierto negativismo al que se empeñan en llamar “realismo”. Un mundo en el que personajes de cómic como Wolverine, The Punisher o el más gratuito Kick-Ass funcionan bastante bien. Un mundo en el que parece no tener cabida un Superman como el de la versión de Richard Donner pero que es el caldo de cultivo ideal para el Superman de Snyder.
 
"Los tiempos cambian y hay que adaptarse a los nuevos tiempos
con héroes más acordes a la realidad (alternativa) que vivimos...
"
 
Superman ha tenido muchos detractores entre los propios lectores de comics de superhéroes. Se le ha reprochado ser intachable, ser demasiado bueno, blando y cosas por el estilo. Pero es que Superman no es un superhéroe, es El Superhéroe, es el punto de referencia, es el superhéroe por antonomasia y, como tal, debe ser aquello que nos inspire a lo mejor, no aquello a lo que nuestra sociedad, en su mediocridad, ya es. Superman tiene que ser moralmente mejor persona que nosotros y esto el Superman de Snyder no lo es.

El principal problema de la película es que el personaje no está bien desarrollado y acaba resultando hueco. No hay ninguna razón para que admiremos a ese personaje porque su propia moralidad resulta bastante dudosa: su padre kryptoniano, Jor-El, no le da ningún tipo de enseñanza previa a su llegada a la tierra (como sí las diera el Jor-El interpretado por Marlon Brando en la película de Donner), su padre adoptivo, Jonathan Kent, le dice cosas como que quizás debería haber dejado morir a los niños del autobús escolar que cae al rio, y vemos al propio Clark empalar con postes eléctricos el medio de vida de un camionero en un acto de venganza desproporcionado. La única razón que tiene el espectador cinematográfico para creer en la supuesta bondad del personaje es que le han dicho que es Superman, aquel a quien ha conocido previamente por otras versiones (especialmente por la de Christopher Reeve). Y ojo que no estamos hablando de un Clark adolescente empezando a descubrir sus poderes, no estamos hablando de un Superboy como era el Clark de la serie Smallville. En ese sentido, lo que vemos en los flashbacks, parece indicarnos que ese peregrinaje por el mundo le ha servido de muy poco como aprendizaje moral.

Y con esto llegamos a lo más polémico de la película: Superman mata al general Zod. En realidad, en principio, esto no es para llevarse las manos a la cabeza: Superman no tiene manera de contener a Zod una vez destruido el portal a la Zona Fantasma y es la única opción para detenerlo. De hecho, como apuntan muchos eso ya ocurrió en una de las mejores etapas del personaje en los comics. Bien, una vez dicho esto… Superman NO debería haber matado a Zod en El Hombre de Acero.

Una película no es la vida real, no es una serie de situaciones que ocurren fortuitamente sino que es el resultado de lo que expresamente se quiere plasmar en ella. En consecuencia la idea de “es que no tenía otra opción en esa situación” no es válida: cambia la situación. Seamos consecuentes, una saga cinematográfica de estas características tiene una vida media de unas tres películas que suponen un metraje de, aproximadamente, unas siete u ocho horas, un metraje muy limitado. Teniendo en cuenta los setenta y cinco años de vida del personaje, cómo ha quedado definido y lo que se ha podido hacer hasta el momento ¿Realmente lo mejor que se puede hacer con él, en una primera película, es ponerlo en la peor situación posible haciendo algo que solo haría en una situación límite? ¿Realmente se quiere partir de eso para definir al personaje en un reinicio? En los comics se hizo porque dentro de la continuidad, cuyo inicio en aquel momento databa de The Man of Steel de John Byrne, ya se había definido bastante bien al personaje. Por otro lado la inmensa mayoría de los lectores (de Superman) tenían muy claro quién era el personaje a pesar de lo cual sigue siendo cuestionable. En cine hay mil cosas mejores que hacer con el personaje antes de llevarlo a esa situación. Insisto, ¿Es el mejor Superman que podían ofrecernos?

The Man of Steel (1986)

Hay quien habla de realismo: realista es que si llegan varios kryptonianos a la Tierra con los poderes de Superman acabarían matándolo. Más aún si tenemos en cuenta que estaban genéticamente destinados a ser guerreros y entrenados como tales. Realista es que si Clark tardó años en obtener algunos de sus poderes, para los kryptonianos debería haber sido igual. Realista es que para Zod y compañía no debería ser mayor problema adaptarse a los poderes que lo que lo fue para el Clark niño. Realista es que con la destrucción que aparece en la película deberían haber aparecido cadáveres por doquier, victimas del enfrentamiento entre Superman y Zod, un enfrentamiento durante el cual el héroe ni siquiera parece preocupado por llevar el combate a otra parte y por esas inevitables victimas. La película no es realista (ni debe serlo) y en consecuencia la única razón para que Superman mate a Zod es precisamente la intención de ofrecer una versión de Superman que pueda gustarle a gente a la que no le habría entusiasmado otra película del personaje.

Hablamos de Warner Bros, una productora cinematográfica cuyo interés es hacer taquilla los dos primeros fines de semanas y eso implica llegar al mayor público de cine posible. El público del que hablábamos antes, el público de hoy, el que necesita que el héroe haga estas cosas. Obviando que quizás Superman no tiene por qué gustarle a todo el mundo ¡La versión en cómic no lo hace!

Parece ser que la visión clásica del personaje es demasiado ingenua y no podría funcionar en el mundo real en el que vivimos. Desde mi punto de vista, paradójicamente lo que resulta ingenuo es pensar que el mundo hoy día es más oscuro que nunca. De hecho es posible que nunca haya habido tanta gente volcada en ayudar a gente como ocurre hoy día. Superman no es un guerrero, no es alguien entrenado para combatir, como lo es Batman, y aunque está muy bien verlo combatir con Zod, Metallo, Bizarro, Brainiac, Darkseid y demás no es lo mejor que Superman puede ofrecer. Sin ir más lejos Lex Luthor, el gran archienemigo de Superman, era mil veces mejor en la versión de ejecutivo intocable de la época Byrne que vestido con aquella estúpida armadura verde y lila con la que se empeñaba en darse golpes con él. Probablemente la mejor escena de las películas de Superman de Reeve, la que más define al personaje, no es una escena de lucha sino aquella donde salva a Lois Lane en la primera película.

No es el Superman que merecemos pero si es el que necesitamos.


Y es que Superman es eso, un salvador, no un guerrero. Precisamente por la misma razón que existe esa idea de que el mundo en el que vivimos es más oscuro que nunca, que un Superman realista sería como el que nos presenta esta película, es la razón por la que hoy, más que nunca, se necesita al Superman clásico, al del traje de colores, aquel que realmente es una luz, un icono, alguien a quien admirar y por quien ser inspirado. No sé, quizás el mundo necesite algún Batman, pero si todos fuéramos como él, desde luego este no iba a ser un mundo mejor. En cambio, si todos fuéramos un poco como ese icónico Superman clásico el mundo sería bastante mejor. Ese es el lugar que le corresponde a Superman.

Y que nadie me entienda mal, con esto no quiero decir que no quiera ver a Superman luchando contra todos esos supervillanos que mencionaba antes, de hecho las peleas en El Hombre de Acero me ha parecido de lo mejor de la película… pero a ese Superman le falta corazón. Es una pena porque la película tiene un muy buen reparto y las escenas de acción y los efectos especiales en general son muy buenos… pero es que el argumento es muy flojo, está lleno de incoherencias y los personajes en general están vacios.

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