jueves, 10 de octubre de 2013

En defensa del doblaje en España (II)


Viene de En Defensa del Doblaje en España (I)

A los americanos no les gustan los subtítulos

Para empezar el subtitulado tiene un hándicap: no es un elemento realmente cinematográfico sino que, al contrario que la banda de sonido, si supone un elemento añadido. Las películas no se hacen pensando que el espectador se vaya a pasar todo el metraje leyendo líneas de texto. Ningún director comercial americano, a pesar de conocer la proyección mundial de la industria de su país, dirige los diálogos de sus actores acordándose del espectador-lector extranjero.

Que el subtitulado es un elemento extraño dentro del lenguaje cinematográfico queda patente, por ejemplo, en el hecho de que en USA, la mayor parte de las veces, no subtitulan sus propias películas en momentos en los que si deberían hacerlo: hay películas americanas en las que los protagonistas, personajes americanos, están en algún país en el que el idioma no es el inglés, y aparecen personajes secundarios de dicho país hablando entre ellos en inglés aún cuando los protagonistas no están presentes en la escena. A veces incluso cuando los actores que los interpretan son de dicha nacionalidad.
 
Vicky Cristina Barcelona (2008)
Javier le pide reiteradamente a Penélope que hable en inglés delante de
Scarlett Johansson ya que si no los espectadores americanos no entenderán nada.

Mayor es el problema en las películas donde absolutamente ninguno de los personajes debería hablar inglés ya que los actores tendrían que aprender sus frases en el idioma correspondiente. Es el caso, por ejemplo, de la película La Misión (1986), protagonizada por Robert DeNiro y Jeremy Irons y en la cual los personajes deberían hablar en español y portugués a pesar de lo cual su versión original es en inglés. Si nos paramos a pensar en unos momentos nos daremos cuenta de la magnitud del problema en cuestión: Doctor Zhivago (1965), Scaramouche (1952), El Cid (1961), Quo Vadis (1951), por citar algunos títulos de una lista interminable. Comercialmente, en Estados Unidos, es inviable. A veces se ha hecho, como cosa curiosa, como ocurre con La Pasión de Cristo (2004) o Apokalipto (2006), ambas de Mel Gibson, pero la industria tiene bastante claro que los subtítulos no son gratos.

Es decir, en Estados Unidos, donde está la llamada meca del cine, el país cuya producción cinematográfica ocupa el grueso de nuestras carteleras, no se consideran los subtítulos como un elemento cinematográfico más y desde luego tampoco como algo necesario. Les parece más apropiado que los personajes hablen el idioma del espectador, en este caso el inglés, independientemente de lo ilógico que esto pueda resultar, a que hablen otra lengua y esta aparezca subtitulada. Los subtítulos son, por su propia naturaleza, un elemento distanciador: en La Guerra de las Galaxias (1977), es interesante observar que personajes protagonistas pero ininteligibles como son Chewbacca o el androide R2-D2 no son subtitulados mientras si lo son personajes alienígenas como Jabba, Boba Fett o Greedo los cuales si tienen una lengua parecida a la humana: el subtitulo se utiliza expresamente para hacer distantes a estos personajes cuya lengua no debería sernos más extraña que la de los propios protagonistas, los cuales tampoco hablan ninguna lengua que se hable en nuestro planeta.

Jabba el Hutt acoge a todo aquel que no sepa o quiera hablar inglés en esa galaxia muy lejana.

Por otro lado, si el espectador se pasa la película leyendo los rótulos, se está perdiendo otros elementos en pantalla, que pueden ser tanto gestos, expresiones, de los propios actores como detalles sutiles que a la larga pueden tener cierto peso en el desarrollo de la trama. Tampoco es fácil que el espectador se quede con los matices de los diálogos originales si resulta que está oyendo frases en una lengua y a la vez está leyendo algo que, aún significando lo mismo, está en un idioma distinto. El problema es menor cuando uno está familiarizado con el idioma como es el caso del inglés pero en uno como el japonés o el ruso, sin conocerlo, la cosa se convierte en una misión imposible.

Otra cosa que se suele argumentar en contra del doblaje en España es que, al ser las palabras en español más largas que las de la lengua inglesa, para igualar la duración de los diálogos y encajarlos fonéticamente, se cambia lo que los personajes dicen. Esto no es un argumento válido a favor del subtitulado traducido ya que cuando el diálogo es rápido o las líneas son extensas ocurre exactamente lo mismo buscando que pueda dar tiempo a leerlo. Por otro lado detrás de un doblaje siempre hay profesionales de la traducción (aunque a veces cometan errores) no siendo así necesariamente detrás de un subtitulado.

En Estados Unidos el cine subtitulado lo ven los cinéfilos, los críticos y en general aquellos que muestran cierto interés por lo que se hace mas allá de sus fronteras pero es simplemente impensable que el adolescente o adulto medio americano vaya una noche de viernes al cine con los amigos a ver una película sueca, alemana o española subtitulada mientras come palomitas y bebe Coca-Cola. En Estados Unidos ninguna película extranjera subtitulada va a arrasar en taquilla. Probablemente ni siquiera va a tener una distribución amplia.

Si, es cierto que esto si ocurre en otros países, en los que el cine comercial americano se ve subtitulado: países en los que no tienen otra opción. Son países en los que en su momento no se creó una infraestructura y cultura del doblaje como la ha habido en otros países como España, Francia, Italia o Alemania y por lo tanto desarrolló un sistema paralelo, que a la postre y como efecto colateral les ha resultado provechoso para conocer otras lenguas. La idea de que una película subtitulada es mejor que una doblada por el hecho de que oyes al mismo actor al que estás viendo es relativa. Pensar que todo actor que aparece en la pantalla es, por sistema, mejor que todo actor de doblaje, muchos de los cuales también hacen cine, televisión y hasta teatro no obedece a ninguna razón objetiva. En el doblaje hay muy buenos actores cuya labor es precisamente la que hacen los actores americanos al interpretar, por poner un ejemplo, a Julio Cesar en inglés: acercar un personaje al espectador en una lengua que este conozca.

Los realizadores y el doblaje

Como decíamos los directores americanos se despreocupan bastante por el público que va a ver sus películas incluso cuando, como ocurre hoy día, la mayor parte de los ingresos de una película americana vienen de fuera de Estados Unidos: podrían exigir cláusulas en los contratos que impidieran doblarlas o bien inmiscuirse en el proceso de doblaje pero no suelen hacer ni lo uno ni lo otro. Lo primero realmente no les conviene porque las productoras jamás aceptarían una cláusula de ese tipo, so pena de perder mercados como el español. En cuanto a que el director se inmiscuya en el proceso de doblaje a la mayoría les resulta más cómodo no hacerlo. Por todo lo cual aceptan el hecho de que la productora va a doblar la película en ciertos mercados y lo hacen con su firma en el contrato.

Pero no todos los realizadores están en contra del doblaje ni piensan que sustituir los diálogos del actor original sea nocivo para el personaje. Woody Allen no está a favor del doblaje, lo ha hecho patente en alguna ocasión, pero, por otro lado, dista mucho de estar “en contra” habiendo dado muestras de agradecimiento y afecto tanto al fallecido Miguel Ángel Valdivieso como a Joan Pera, los actores de doblaje que le han puesto la voz en España. Para Alfred Hitchcock y Stanley Kubrick, por ejemplo, la imagen debía permanecer tal como ellos la habían concebido sin elementos extraños como el que supone el subtitulado y, en este sentido, para ellos, el doblaje era un mal menor. Por otro lado hay algo que los realizadores hacen hoy día y que han hecho siempre: contratar a un actor extranjero que no habla la lengua en la que se rueda la película a sabiendas de que posteriormente se le va a tener que doblar como por ejemplo ocurría con Burt Lancaster en El Gatopardo (1963).

Woody Allen y Joan Pera, actor que
le presta su voz en España

Conclusiones

Indudablemente para apreciar a un actor como Al Pacino en toda su magnitud hay que ver la película en inglés y oír a Al Pacino, no a Ricardo Solans, actor que le presta su voz en España, pero también hay que entender inglés y estar pendiente de Al Pacino, no de los rótulos que aparecen a pie de pantalla. Pero es que se da el caso, y es lo que mucha gente parece no querer entender, que el público en general no va al cine a deleitarse con lo gran actor que es Al Pacino sino a disfrutar con la película donde el actor americano es una pieza entre otras a la hora de construir un personaje y por ello, y para ellos, la función del actor de doblaje es eficaz: disfrutan de la película. Es más, si un espectador tiene una desmedida preocupación por oír a Al Pacino quizás nunca llegue a oír a su personaje.

Si en Estados Unidos doblaran el cine español en vez de subtitularlo ello sería tan bueno para ellos como para nosotros. Sería una forma de acercarles nuestra cultura, nuestras historias y nuestros personajes a los chavales americanos los cuales podrían disfrutar de ellas un viernes por la noche con las palomitas y Coca-Colas que decíamos antes. Ello beneficiaría nuestra empobrecida, que no pobre, industria cinematográfica. Pero no es así, ellos saben perfectamente que algo como un subtítulo es una barrera. Para llevar al gran público americano una historia extranjera, ya sea española o de cualquier otra nacionalidad, en Estados Unidos no solo se les cambia las voces a los personajes… sino que se vuelve a hacer la película desde cero: Vanilla Sky (2001) o Quarantine (2008) en vez de Abre los Ojos (1997) o REC (2007). Creo yo que muchos actores españoles preferirían que los doblaran en Estados Unidos y de ese modo ser caras conocidas para los espectadores americanos a verse suplantados por actores de allí. Cuando una película americana es doblada al castellano sigue siendo una película americana la que cosecha éxitos pero cuando una película española, francesa o de cualquier otra nacionalidad es rehecha en Estados Unidos quien cosecha el éxito o el fracaso es igualmente la película americana, no la película original.
 
Si en Estados Unidos gustaran los subtítulos no tendríamos esto. Si doblaran las películas tampoco.

Una película doblada es un producto opcional, no un sustituto del original, que las distribuidoras ponen a disposición de un sector concreto del mercado y ello se hace, como ocurre con todo en la sociedad en la que vivimos, en base a la aceptación que tiene el producto. Alguien podría alegar que no es una opción porque hay espectadores que preferirían verlas en versión original y no pueden porque en los cines que tienen cerca solo las proyectan dobladas: bueno, es como todo, los productos se comercializan en función de su demanda y si la de versión original no es satisfecha es probablemente porque a las empresas interesadas (distribuidoras, salas de proyección, etc.) no les sale rentable.

Yo recomiendo que si uno domina el idioma lo suficiente vea la película en versión original, que si no lo domina del todo y quiere aprenderlo o mejorarlo lo haga viendo la película en versión original con los subtítulos en el mismo idioma y que si no domina el idioma y quiere disfrutar de la película la vea en versión doblada. Los subtítulos traducidos son adecuados cuando no se conoce el idioma y no está disponible doblada al castellano o se tiene problemas auditivos.

Una recomendación final para aquellos que quieran saber un poco más sobre el doblaje en España: el documental Voces en Imágenes (2008)

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