lunes, 23 de marzo de 2015

Pretty Woman

Hay quien se sorprende cuando digo que me gustan películas como Mientras Dormías (1995) o Serendipity (2001) pero si encima digo que considero que Pretty Woman (1990) es una obra maestra, hay quien queda completamente desconcertado. Vale, lo reconozco, a veces lo digo casi por compensar la excesiva crítica negativa que tiene por una parte del público, especialmente el masculino. Ojo a una de las palabras que he dicho en la frase anterior: casi.

Y es que creo que para valorar una película en su justa medida es esencial entender el género al que pertenece y, especialmente, que te guste ese género: mucha gente jamás podrá evaluar en su justa medida Cantando Bajo la Lluvia (1952) por el simple hecho de que no entienden la idiosincrasia del musical. Si el género no te gusta difícilmente vas a tener una gran opinión de la película. De hecho incluso podríamos estar hablando de distintas categorías dentro de un mismo género: no podemos meter en la misma categoría una película de terror como Al Final de la Escalera (The Changeling, 1980) y otra como el Drácula (1931) de Todd Browning. Dicho todo esto y resumiendo: para evaluar una película como Pretty Woman tienes que entender y gustarte el género.

Foto promocional con Richard Gere y Julia Roberts
Richard Gere y Julia Roberts como Edward Lewis y Vivian Ward

¿Qué es una obra maestra? Técnicamente hablando es una obra que supone un referente a tener en cuenta cuando se trabaja en el mismo terreno, que está tan bien hecha que con frecuencia, y como es el caso, ni siquiera sus mismos responsables son capaces de volver a repetirla. Y Pretty Woman tiene mucho de ello. Entre los aspectos principales yo destacaría a los personajes, incluyendo al gerente del hotel interpretado por Hector Elizondo, un buen guión (diálogos, no argumento), buena dirección y, por supuesto, la química entre los actores. Sin embargo, en cierto modo es como una receta, no se trata solamente de coger los mejores ingredientes y ponerlos juntos sino de coger buenos ingredientes, aunque no sean necesariamente los mejores, y saber combinarlos para obtener un buen resultado.

El resultado está ahí, una buena comedia romántica, desenfadada, con una buena banda sonora, con personajes con los que es fácil simpatizar y que conecta muy bien con el público hasta el punto de ser un éxito absoluto asegurado en cada pase por televisión. ¿Carente de profundidad? ¿Por qué habría de tenerla? La belleza con frecuencia aparece en las cosas más sencillas (que a su vez no son necesariamente simples). Y estamos hablando de entretenimiento. Mucho del mejor cine de la historia ha surgido cuando se buscaba entrener, no trascendencia. Y la verdad es que no creo que haya muchos directores que, a la hora de hacer comedia romántica, no quieran repetir Pretty Woman. De hecho, incluso el propio director, Garry Marshall, lo intentó en Novia a la Fuga (1999), reuniendo al mismo reparto, con Gere, Roberts y Elizondo entre otros, y no funcionó.

Hector Elizondo en una escena de la película.
Hector Elizondo es Barney Thompson, el entrañable gerente del hotel.

A estas alturas creo que la película se ha ganado, como poco, el derecho a ser considerada un clásico del cine moderno y probablemente incluso, como decía al principio, obra maestra del género en su vertiente moderna.

Por cierto un apunte final sobre el argumento. Con frecuencia se habla de que es una revisión del cuento de Cenicienta pero yo no estoy de acuerdo con eso. En mi opinión se acerca más a La Bella y la Bestia. No es ella la que cambia durante el transcurso de la película sino que es él quien se va haciendo más humano gracias a ella.

1 comentario:

  1. Yo lo veo + como género de ciencia ficción. Su banda sonora es buena.

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